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Una Revolución En Salud Pública Puede Reducir El Creciente Agobio Del Cáncer En Los Jovenes

by Devra Davis, as published in The Hill 6/6/2017

Translated by Emmanuel Abundis, Mexico

A medida que el debate nacional gira alrededor de sí los planes de salud deben cubrir condiciones preexistentes, debemos preguntarnos cómo podemos reducir la demanda de atención de la salud en primer lugar. Todas las administraciones desde que el Presidente Carter reconoció los costos innegablemente altos y continuos de lidiar con el plomo en el agua potable y los residuos de la epidemia del tabaco ponen de manifiesto el valor de prevenir o reducir las exposiciones tóxicas.

Para esos peligros, sólo después de pruebas irrefutables de que las personas se habían enfermado y habían muerto, se tomaron medidas para reducir las condiciones peligrosas. Pero cuando se trata de reducir otras amenazas evitables para la salud ambiental, las autoridades de los Estados Unidos parecen estar demostrando el enfoque de “enséñame los cuerpos”.

 Nada es más evidente que cómo estamos tratando el tema de los teléfonos celulares, la radiación inalámbrica y nuestros hijos hoy en día. Las políticas para reducir las exposiciones, especialmente para los niños, están avanzando en Francia, Israel, Argentina, India y Taiwán, impulsadas por informes científicos independientes cada vez más extensos que vinculan la radiación de microondas inalámbrica a una serie de problemas de salud. En contraste, en Estados Unidos y México estamos atrapados en un impulso nacional bien financiado para impulsar más tecnología inalámbrica en más y más lugares, por lo que es más rápido y más fácil descargar pornografía, videos y aplicaciones de realidad virtual para bebés, niños pequeños y niños en escuelas primarias.

NOTA DEL TRADUCTOR: México aún no cuenta con ninguna regulación al respecto. Se pretenden usar recomendaciones de la ICNIRP basada únicamente en efectos térmicos, dejando de lado los efectos biológicos.

Las políticas de los Estados Unidos y México están a punto de financiar plataformas que sumergirían a nuestros niños y a nosotros mismos con formas más nuevas y rápidas de radiación inalámbrica cuyo impacto en la salud nunca ha sido probado. Legislación que permitiría la cobertura de nuestras comunidades con varios miles de nuevas antenas de 10 metros de altura instaladas cada cien pasos, está siendo impulsada pese a las objeciones de los propietarios, escuelas y activistas.

 Fuera de los Estados Unidos y México, la educación de los niños y jóvenes sobre la reducción de la exposición a la radiación de los teléfonos celulares se ha convertido en una preocupación internacional crítica de salud pública. En países de alta tecnología como Israel, Francia y Bélgica, los teléfonos deben ser vendidos con auriculares e información sobre cómo mantener los teléfonos lejos del cerebro y el cuerpo.

 ¿Qué está impulsando este esfuerzo internacional para reducir las exposiciones? Estudios que vinculan el uso de teléfonos celulares a largo plazo con el cáncer cerebral maligno se han fortalecido desde 2011, cuando la Agencia Internacional de Investigación (IARC) sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó un posible vínculo. Recientemente la Organización Mundial de la Salud ha informado un aumento global de 13 por ciento en la incidencia de cáncer infantil en dos décadas.

En el Reino Unido, las tasas de cáncer cerebral maligno han aumentado, mientras que las de otras formas de cáncer cerebral han disminuido. Las tasas de tumores cerebrales malignos en los Estados Unidos han superado ya a la leucemia como la principal causa de muerte por cáncer en adolescentes y adultos jóvenes. En México, el cáncer en infantes se ha vuelto la principal causa de muerte en niños. Además, la American Cancer Society informa que los millennials tienen cuatro veces más cánceres colorectales que los baby boomers.

Algunos científicos sostienen que el cáncer es “mala suerte”. Pero estos aumentos inquietantes en el cáncer inusual y muy maligno en los jóvenes no pueden simplemente ser calificados como cambios súbitos al azar en nuestros genes o mejoras radicales en la capacidad de encontrar la enfermedad. Tenemos que preguntarnos si la explosión fenomenal de los teléfonos celulares personales mantenidos cerca del cuerpo durante horas al día y otros cambios en nuestro entorno compartido podrían estar detrás de estos aumentos desconcertantes

Un número cada vez mayor de neurocirujanos cree que la mala suerte no puede explicar la creciente incidencia de los cánceres en adultos jóvenes y que parte de la explicación de este aumento del número de tumores malignos en el cerebro radica en nuestro romance con los teléfonos celulares. Los legisladores estatales de Massachusetts están abordando este importante tema con proyectos de ley en proceso que informan al público sobre la radiación inalámbrica y explican cómo reducir las exposiciones: uso de altavoces y auriculares; activar el modo avión cuando se llevan los teléfonos en un bolsillo, y otras precauciones para distanciar el dispositivo de nuestros cuerpos se están convirtiendo en la práctica estándar.

Las preocupaciones acerca de los teléfonos celulares no son nuevas. Lo que es nuevo es que han surgido más estudios científicos que justifican la necesidad de reducir las exposiciones a las emisiones de radiación de los teléfonos móviles. La industria que se está beneficiando del rápido crecimiento de los teléfonos celulares ha intentado durante mucho tiempo mantener en secreto  los riesgos para la salud de esta tecnología. Pero todo eso está cambiando. Un informe recientemente publicado en el American Journal of Epidemiology encuentra que los canadienses que han usado teléfonos celulares durante 558 horas o más tienen más del doble de riesgo de cáncer cerebral. Estos hallazgos fortalecen la asociación entre el uso de teléfonos celulares y el glioma, un tipo agresivo de cáncer cerebral.

Gracias a las pruebas SAR independientes en el RF Exposure Lab (certificado por la FCC) en San Marcos, California, sabemos que cuando los teléfonos populares son probados en posiciones directamente contra el cuerpo, como en el bolsillo, el cuerpo absorbe 3 a 4 veces más radiación que las pruebas realizadas por los comúnmente utilizados Sistemas anticuados. La corroboración de esta realidad proviene de las pruebas de las agencias de salud del gobierno francés que hallaron que el 90 por ciento de los teléfonos probados falló cuando se probaron en una posición pegada al cuerpo.

 En otras palabras, cuando los teléfonos celulares son probados de la manera en que las personas los usan habitualmente, o sea, en contacto directo contra el cuerpo como en un bolsillo o sostén, la cantidad de radiación que penetra en el cuerpo excede los límites máximos establecidos por los gobiernos.

 Las implicaciones de esto en mundo real son bastante simples: si caminas con un celular en el bolsillo, lo metes en el sostén, lo descansas en tu regazo, lo guardas en el bolsillo trasero mientras trabajas, o lo sostienes cerca de tus ojos para ver realidad virtual, tu cuerpo podría estar absorbiendo mucho más radiación que lo que permiten los anticuados límites reglamentarios de 20 años de edad.

Por lo tanto, ¿es “mala suerte” que un joven que ha estado usando su teléfono durante horas todos los días desde los 8 años se diagnostica con un cáncer cerebral mortal a la edad de 23 años? ¿O que una joven de 21 años de edad de repente desarrolla múltiples tumores cánceres de mama justo debajo de las antenas del teléfono que había almacenado en su sostén? ¿O que un hombre de 24 años de edad desarrolla cáncer de recto cerca de su bolsillo trasero ahora estampado con el contorno de su teléfono?

Un creciente número de pediatras y tecnólogos educativos advierten que el uso prolongado de pantallas de computadora puede afectar la vista de los niños, la salud física y mental y limitar sus habilidades para jugar con otros, resolver problemas e interactuar socialmente. Sería bueno saber por qué uno de los empresarios de tecnología más exitosos del mundo, Bill Gates, no permitió que ninguno de sus hijos usara un teléfono celular hasta los 14 años. Steve Jobs se negó a permitir que sus hijos jueguen con el iPad porque “Creemos que es demasiado peligroso para ellos.

La ausencia de conocimiento público sobre evidencia de daño no es prueba de seguridad, sino que es prueba de la eficacia de las campañas de relaciones públicas de la industria inalámbrica para crear una demanda extraordinaria de una tecnología que nunca ha sido evaluada por su impacto en la salud pública o el medio ambiente. Cuando se trata de la salud de nuestros hijos y el medio ambiente, podemos depositar nuestra confianza en el Señor, pero todos los demás realmente tienen que proporcionar datos confiables. Un nuevo análisis publicado en el American Journal of Epidemiology proporciona pruebas más sólidas vinculando el uso de teléfonos celulares con el cáncer cerebral después de sólo 558 horas de uso de teléfonos celulares. ¿Cuánto tiempo tomará un adolescente para registrar 558 horas de uso del teléfono celular?

Cumpliendo seriamente con su deber de proteger la salud pública, la Ciudad de Berkeley se asegura de que sus residentes sean conscientes de que los fabricantes nos aconsejan mantener los teléfonos a cierta del cuerpo para evitar exceder los límites de la prueba de radiación. La industria del teléfono móvil objetó en la corte, argumentando que exigir la publicación de información sobre las distancias de prueba de la FCC violaba su derecho a la libertad de expresión. Hasta ahora, los tribunales han permitido que triunfe en Berkeley el derecho a saber sobre el derecho al beneficio económico.

Que comience, pues, esta importante revolución en salud pública.

Devra Lee Davis es una científica y escritora galardonado, profesora visitante de medicina en la Universidad Hebrea y presidente de Environmental Health Trust. Www.ehtrust.org

http://thehill.com/blogs/pundits-blog/healthcare/336501-a-public-health-revolution-can-reduce-the-growing-cancer-burden

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